El feminismo decolonial surge dentro de las reflexiones feministas de autoras procedentes de América Latina y el Caribe. Los aportes de Maria Lugones cuestionan la colonialidad del poder, el proceso de dominación estructural que se impone sobre los cuerpos racializados con el colonialismo, y cómo ésta es capaz de reflejarse también en el género.
Su lucha se centra en la crítica al feminismo hegemónico occidental que reproduce prácticas racistas y otras violencias multidimensionales.
Las feministas de(s)coloniales entienden una liberación de la mujer, alejada de la universalidad y su invisibilización, desde una lucha que comprenda la complejidad de las opresiones, recogiendo las realidades y genealogías sufridas por las mujeres racializadas, migradas, pobres, disidentes de género, neurodivergentes y con diversidad funcional.
Los feminismos decoloniales relacionan el patriarcado con la dominación colonial, entendiendo el género como una imposición colonial establecida a través de los procesos de racialización de nuestros cuerpos.
El feminismo decolonial denuncia la universalización de las experiencias de las mujeres, en torno a la realidad de la mujer blanca como la única válida, invisibilizando la colonización y dominación sobre los cuerpos racializados.
“La colonialidad del género me permite comprender la imposición opresiva como una interacción compleja de sistemas económicos, racializantes y generizantes”
Maria Lugones, Hacia un feminismo descolonial (2010).
El feminismo decolonial tiene que ver con una crítica dentro del feminismo en su universalidad que no considerando la raza, la clase, la sexualidad, etc,. Lo que es la intersección de las opresiones no solamente como identidad sino como una episteme que explica cómo se articula esta trilogía de modernidad, colonialismo y capitalismo global.
“No vale incluir otras opresiones, sino ver y entender la opresión, cómo se articula y analizar cómo cada una de nosotras y en colectivo y con otros movimientos sociales estamos o no reproduciendo esa lógica. Y esto significa entender los lugares de privilegio que tenemos.”
Ochy Curiel.
Por qué el feminismo NO puede ser blanco (parte 1)
Por qué el feminismo NO puede ser blanco (parte 2)
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