“España y sus deshumanizantes políticas migratorias”

La entrada de entre 8.000 y 10.000 personas migrantes (entre ellas casi un tercio son menores) a la ciudad de Ceuta durante el pasado lunes y martes no es un acontecimiento fortuito, ni únicamente fruto de un conflicto diplomático y político que ha venido marcando la historia de la política exterior de España, de la Unión Europea y el papel de Marruecos en la política migratoria y la externalización de fronteras.

Se rumorea que esta vez el desencadenante ha sido la acogida del líder del Frente Polisario y Presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Brahim Gali. Si bien esto puede parecer simplemente un hecho aislado que haya abierto el malestar entre ambos países, es necesario destacar que los conflictos bilaterales de estos han estado ligados al conflicto de intereses por el Sáhara Occidental, conflicto en el cual España nunca ha asumido su responsabilidad histórica.

Lo ocurrido en Ceuta no es un caso aislado, es fruto del racismo estructural e institucional que sigue persiguiendo y tratando a las personas migrantes como delincuentes donde entra en juego la Ley de Extranjería que ilegaliza la movilidad humana de poblaciones históricamente violentadas, que deshumaniza siempre a las personas siguiendo su legado colonial.

El despliegue militar y toda la violencia ejercida hacia sus cuerpos no hace más que dar una imagen que refuerza estereotipos negativos, fomenta discursos de la extrema derecha y a crear narrativas que abrazan el negocio de la Industria de fronteras que mueve millones de euros cada año. 

Las expulsiones colectivas de más de 7.500 personas se han estado llevado a cabo por parte del Gobierno Español es inhumanamente aceptable y están prohibidas por el Derecho Internacional, así lo reconoce la Unión Europea, la abanderada de los derechos humanos, la que sin embargo fomenta y acepta estas prácticas sin poner límites y sanciones a los Estados e incluso pactando con ellos la regularización de sus fronteras. Quienes sufren gravemente el efecto de este hecho son los menores no acompañados, los cuales quedan totalmente desprotegidos por parte del gobierno debido a su gran incapacidad de velar por el interés superior de la infancia. 

Toda la ayuda humanitaria desplegada estos días en Ceuta es un vendaje a la situación pero no cura la gran herida abierta por las políticas de fronteras. Debemos generar un cambio en los discursos mediáticos, que como se ha demostrado está marcado desde el paternalismo de Europa. Debemos crear un cambio de conciencia y de discursos estereotipados y dar espacio y voz a las historias de las personas que recorren las fronteras para llegar hasta aquí. Condenamos la forma en que se cuenta la historia sobre esta problemática que no solo perpetúa la imagen del salvador blanco para calmar conciencias, también quita del foco el problema real y romantiza el sufrimiento de las personas migrantes. Difundir este tipo de mensajes habla de esas “buenas intenciones” que tan comúnmente se utilizan entre aquel sector privilegiado para sentirse mejor con ellos mismos. 

Apelamos a las autoridades a dejar de usar a la población migrante como arma política, y a dejar de vulnerar sus derechos y de permitir que estas personas se dejen la vida en sus fronteras. La migración no puede ser utilizada como arma política, y llevarse por delante la vida de aquellas personas en mayor situación de vulnerabilidad, convirtiéndose así el derecho a la vida en un privilegio.

Hoy más que nunca recordamos a las víctimas del Tarajal y pedimos justicia y reconocimiento.

Exigimos el fin del racismo estructural, la derogación de la ley de extranjería, la regularización ya de la población migrante y el pleno reconocimiento de sus derechos como seres humanos.

“Nadie sube a sus hijxs a una patera, a menos que el agua sea más segura que la tierra”

(Warsan Shire).

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