Reducción de daños

En el Colectivo Justicia Racial tenemos algo claro: la actual política de drogas no ha protegido la vida. Al contrario, ha sido una maquinaria de castigo. Un sistema que ha actuado con brutalidad contra los de siempre: cuerpos racializados, personas negras, pobres, jóvenes de barrios periféricos, mujeres trans y comunidades desplazadas. Gente que carga en su cuerpo y en su historia el peso de un país que les da la espalda.

Creemos que la reducción de daños no es, ni será jamás, un asunto exclusivo de jeringas limpias, naloxona o salas supervisadas. Eso es importante, claro, pero sería reducir un problema monumental a una caja de herramientas clínicas. Nosotros la entendemos como una agenda integral de justicia racial, cuidado comunitario y transformación estructural.

Gran parte del daño lo produce el Estado cuando militariza los barrios negros, cuando convierte nuestras calles en campos de guerra, cuando usa la policía como dispositivo de control y no de protección. Lo produce el racismo sistemático que empuja a la gente racializada hacia economías riesgosas del microtráfico o el transporte de sustancias, de las embarcaciones perseguidas a los cuerpos feminizados expuestos a violencias múltiples.

Enfrentar el daño estructural

Reducir el daño es mucho más que evitar sobredosis: es enfrentar el daño estructural. Por eso, cuando hablamos de reducción de daños, no lo hacemos desde una visión técnica, higienizada o neutral. No es solo una estrategia para el consumo de sustancias de manera segura. Para nosotros, la reducción de daños es una práctica política, una forma de resistir al modelo de control social que criminaliza la pobreza, castiga la diferencia y reproduce la exclusión. Reducir daños también es reducir cárcel, reducir estigmas, reducir violencia institucional, reducir militarización.

Y esto hay que decirlo claro: la mayoría de los debates sobre drogas siguen siendo excluyentes. Son discusiones dominadas por élites, alejadas de las realidades que vivimos en las cárceles en Colombia, en los barrios marginados, en las zonas donde el Estado aparece con fuerza pública pero nunca con salud, educación o cuidado. Desde ahí, insistimos: no se puede hablar de políticas de drogas sin hablar de justicia racial, sin nombrar la pobreza, el desplazamiento forzado, la violencia policial. Y sin preguntarse quiénes realmente se benefician de este modelo.

Lo que realmente significa hablar de reducción de daños

Porque lo sabemos: detrás de esta guerra fallida hay un sistema económico que vive del castigo. Una industria construida sobre cárceles llenas, cifras infladas, redadas mediáticas. Todo esto mientras los verdaderos beneficiarios del narcotráfico siguen intactos, protegidos y fuera del foco judicial. Cuando hablamos de reducción de daños desde el Colectivo Justicia Racial, hablamos de:

Las violencias estatales

  • La hipervigilancia policial en barrios negros.
  • Los retenes, requisas abusivas y detenciones arbitrarias.
  • La militarización de territorios afro que termina en asesinatos, desapariciones o desplazamientos.
  • El estigma que convierte la piel negra en “perfil criminal”.

Reduce daño quien cuestiona ese aparato, no quien lo alimenta.

Las economías forzadas y la criminalización cultural

En el Pacífico y el Caribe, desde la pesca artesanal hasta el transporte fluvial, las comunidades negras viven rodeadas de riesgos construidos por el conflicto y las políticas antidrogas.

Los ataques a embarcaciones, las persecuciones, las fumigaciones, la vigilancia militar, todo eso también es daño.

Las cárceles

Las personas negras, pobres, usuarias de drogas y mujeres trans están sobrerrepresentadas en las prisiones. Allí el daño es múltiple: hacinamiento, violencias sexuales, negación de salud, discriminación.

Reducir daño es trabajar dentro de las cárceles, acompañar jurídicamente, garantizar acceso a salud, exigir condiciones dignas y denunciar la violencia penitenciaria.

Las mujeres trans y las violencias específicas

Las mujeres trans —muchas racializadas— viven la combinación perfecta del abandono estatal, la criminalización de la pobreza y la violencia policial. Hablar de reducción de daños es garantizar seguridad, salud, derechos laborales, defensa jurídica y acompañamiento real, no discursos vacíos.

Las víctimas del conflicto armado

Las comunidades afro han cargado el peso de minas antipersonal, desplazamientos, reclutamientos y masacres. Reducir daño es defenderlas, escucharlas, reparar sus dolores y acompañarlas sin revictimizarlas.

Reducción de daños: una política de cuidado radical

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